Mittwoch, Juni 20, 2007

Puta

No
eres más que eso. Aquello que quisiste ser y no lograste. Desde que abres los ojos durante la noche, hasta que los cierras durante el día. Décadas disimulando, y ahora que intentas ser, no te dejan. Años de disfraz..., y ahora eres sólo una máscara que se pasea por las calles pidiendo únicamente que te dejen existir.

Te levantas adormilada buscando un poco de café en el viejo tarro. La cabeza va a explotarte. Sólo quisieras cortarla, eliminarla, rebanarla. Pero sabes que no puedes, que ni para eso vales. Algo así supondría un esfuerzo que ya no puedes hacer. Y vuelves entonces a lamentarte por esta vida que nunca quisiste vivir y ahora estás viviendo.


Te diriges al baño y ni a mirarte al espejo te atreves. Nada tiene que ver esto que hoy hay con lo que ayer fue. Y tú lo sabes, lo sabes bien. Y te odias..., porque es realmente esto lo que eres.

Puta.


Recogiste tu pelo encrespado, y te aseguraste de que tus implantes caseros estaban colocados en su justo lugar. Y como cada día desde hace años, afeitaste tus piernas huyendo del viejo Roberto. Volvías a ser Ana..., otra vez.

Y poco antes de encender la radio, comprobaste que tus ya gastados tacones seguían en forma para una noche más, para una nueva jornada.

Puta.

Puta.

Puta. Te dicen al pasar.

Llegaste una tarde de calor, creyendo que la gran manzana te daría todo lo que siempre habías buscado. Dejaste aquel pueblo de mierda y viniste a la gran ciudad. Llegaste a creer incluso, que alguien te comprendería.

Décadas disimulando, y ahora que intentas ser, no te dejan. Años de disfraz..., y ahora eres sólo una máscara que se pasea por las calles pidiendo únicamente que te dejen existir.


Porque la transexualidad no es ningún transtorno. Porque ellos somos nosotros, porque nosotros somos ellos. Por todos. Porque cada cuál pueda elegir. Por la libertad.


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Mittwoch, Juni 06, 2007

Opened once

La
playa era de viento y granizo. Olía a fresas cubiertas de ron. Sonaba..., Acid Jazz, St. Germain..., y entonces me dejé llevar.

Todo era de color verde. Verde claro, verde oscuro, verde botella..., todo era verde.

Estaba lleno de paredes. Paredes por todas partes. A cada lado..., paredes. Paredes que se movían. Paredes que escondían paredes..., y más paredes.

Paredes blandas, tiernas, húmedas..., paredes frescas.

Nunca me gustaron las paredes.

Y empecé a moverme por ese laberinto. Buscaba..., algo. Una salida, quizá. Pero no una puerta.

Nunca me gustaron las puertas.

No tuve problema con ellas, puesto que ninguna encontré. Sólo había espacios. Espacios libres. Espacios que me permitían el paso..., hacia una nueva pared de color verde.

Y decidí entonces golpear la aldaba de hierro forjado..., tan delicada. Nada escuché..., hasta que la pared comenzó a moverse.

Sus ojos se estrellaron contra mí. Sentí algo extraño, a la vez que provocador. Y hubiera jurado que se trataba de algo erótico..., si no hubiera sido porque la mirada que me estaba recorriendo era la de...

Decidí tocarlo..., o acariciarlo. Demasiadas horas en ese lugar tan verde..., tantas como para agradecer el nuevo color, su color.

Y le abrí mi corazón, porque nada más tenía.

Y le regalé mis ojos.

Después le prometí que no me movería de allí..., jamás.


Pero sin haberme dado apenas tiempo para pronunciar tales palabras, raudo y veloz apareció el gnomo de los deseos..., que también era verde.

Y entonces se lo llevó todo..., todo. Todo.

La playa era de viento y granizo. Olía a fresas cubiertas de ron. Sonaba..., Acid Jazz, St. Germain..., y entonces desperté.