Dienstag, März 27, 2007

Por la libertad

Image Hosted by ImageShack.us
Dicen
que soy puro sentimiento..., que en cada una de mis reacciones puede detectarse lo que existe en su fondo.
Dicen que soy visceral. Que dentro de mi razón no puedo ocultar algo que va más allá..., y que tarde o temprano, asoma.
Dicen que cuando creo en algo, lo defiendo hasta el punto de que mis palabras, más que frases, forman órdenes.
Dicen..., que no es que trate de convencer..., pero es tal la vehemencia cuando debato, que puede parecer que vivo en carne propia todo aquello de lo que hablo.
Puede que sea cierto.
Y hoy daré la razón a quienes hablan, a quienes dicen.
Y es que hoy estoy enfadada, indignada. Hoy no pienso emplear las palabras adecuadas si no salen por sí solas. No me interesa.
Llevo días jurando en hebreo y supongo que hoy me he levantado..., como suele decirse, torcida. Muy, muy torcida. Tanto que, me encuentro escribiendo aquí con una taza de café al lado, un cigarrillo, y..., el ceño fruncido. Y es que el café y el cigarrillo es algo habitual, pero el ceño..., no tanto. Estoy muy enfadada.
Y..., no. No tiene nada que ver mi estado con el hecho de que hace unos días, me encontrara rodeada de calaña pura en un trabajo vergonzoso que por suerte ya está lejos. No.
Tiene que ver con un país, con dos hermanos.
Dos hermanos que son clavados. Dos hermanos que me producen asco, odio, tirria. Dos hermanos que forman parte importante en la escala "putiférica" que gobierna este mundo cada día más lejos de lo que debiera ser.
Dos hermanos que se permiten el lujo de iniciar una caza de brujas contra todo aquello que se denomina derecho humano. Dos hermanos homófobos que se dignan a decir que no pueden promover como normales las relaciones entre personas del mismo sexo, ya que esas relaciones constituyen objetivamente una desviación de la ley natural. Y tras decirlo, se atreven a decir que van a perseguirlo. Se atreven a decir que cada cuál deberá confesar su condición sexual para que, una vez hecho, si no es de su agrado, será tratado como un criminal que perderá su trabajo y cualquiera de sus derechos como persona libre que elige con quién se acuesta.
Se acabó permitir que cada persona sea persona. Se acabó permitir que cada cuál se exprese bajo su propia condición, porque de hacerlo, será perseguido y juzgado.
Antisemitismo, nacionalcatolicismo, homofobia. Así es la Polonia que están perfilando dos gañanes gemelos llamados Kaczynski. Toda una pesadilla para la Unión Europea. Pesadilla en la que Alemania está siendo la primera en reaccionar e ir haciendo cuanto menos en su trato con semejante par de hijos de su santa madre, quien debió ser la primera en mostrar tal reacción cuando decidió abrir las piernas aquel fatídico día.
Y es que sigue habiendo en España mucho gilipollas que les otorga la razón, y es una lástima, porque aunque no se trate de un régimen persecutorio, como en Polonia, es lamentable que personas, por llamarlas de alguna manera, puedan apoyar actos como éste.
No sé dónde vamos a llegar..., ni sé tampoco cómo acabará todo esto. Habrá que dar una patada a Polonia..., quizá. Pero la única culpa que tienen esas personas es la de vivir en un país donde están construyendo una auténtica barbarie.
Estoy enfadada..., sí, muy enfadada. Porque no teníamos bastante con lo que ya había. Ahora llegan los Kaczynski recién salidos de algún campo de exterminio donde debieron aprender cuanto ahora profesan..., y en el cuál podrían haberse quedado.
Tremenda pareja. Tremendos gemelos. Váyanse a la mierda, señores.
Porque nadie tiene derecho para decidir con quién debo o no acostarme. Por todos ellos, por todos nosotros. Para que cada quién pueda siempre elegir.

..Por la libertad.
..

Freitag, März 23, 2007

Dedales



Nunca
soporté a los Pin y Pon. Y daré motivos contundentes por los que siempre me resultaron tan sumamente desagradables.


Podría hacer una tesina hablando de este tan escabroso tema, pero al final he decidido, tras darle vueltas durante mucho tiempo..., dedicarles una pequeña entrada que resuma mis razones...


Debo comenzar por el principio. Y..., qué es el principio? Sus nombres. No sé a qué "iluminado" se le ocurrió llamarlos de tal modo, pero..., fue el causante de que no empezara bien mi relación con Pin..., ni tampoco con Pon.


Y es que..., que alguien me explique cómo coño es posible llamar así a dos supuestos muñecos..., y digo supuestos porque más que muñecos eran como dos dedales con peluca.


Además, siempre me indignó mucho, muchísimo, que bautizaran a esos dos cachos de plástico a prueba de golpes (porque no se rompían por más empeño que ponía...), haciendo un casi híbrido del Gran Don. Es que..., todo hay que decirlo..., en aquellos tiempos sentía devoción por Barrio Sésamo. Todos tenemos nuestro lado oscuro..., no lo niego.


Eran muy extraños los amigos Pin y Pon. Resulta que sus "extremidades" no se movían..., pero sí en cambio sus peinados. Se sentaban de pie y sus brazos siempre pegados al cuerpo, pero..., sus pelucas eran intercambiables. Todo esto me lleva a pensar que ya desde pequeños, de algún modo, Famosa pretendía que fuéramos viendo la verdadera esencia del hombre..., cuánta ambigüedad hay en ella.


Y esto último es algo positivo, claro está. Pero..., en tan tierna edad, me "reventaba" muchísimo, porque yo pensaba... "han sido capaces de darle vida a sus peinados, pero ni sentarles en sus sillitas puedo". Así que..., junto a los muñequitos te vendían una mesita con sus respectivas sillas, pero ellos tomaban la sopa de pie, más que nada porque los platos estaban a la altura de sus rodillas.


Para colmo de colmos, Pin y Pon tenían una granja. Aunque..., si se puede llamar granja a un trozo de plástico verde con dos pollos y un cerdito..., paremos de hablar. Pero algo tenían que montar, puesto que por sí solos..., Pin y Pon eran un coñazo. Al menos..., con un par de pollos podías imaginar algo más entretenido..., que durara quizá una hora de esas largas tardes en las que sin edad suficiente para salir por tu cuenta, había que jugar con algo.


También vendían a Pin y a Pon por separado. Muchas veces se basaban en profesiones... Había uno que era médico y traía su maletín, otro que era pirata y traía un loro, un músico con su arpa..., y uno en especial..., uno que me tuvo que tocar a mí. Uno que debía estar inspirado en la bella Italia..., porque traía una especie de góndola. Ahora bien..., mi gozo en un pozo, porque para una vez que sentí que ese cabezón servía para algo..., cuando lo puse sobre el agua se quedó medio hundido..., medio..., su cabeza fue la peor parada.


Le odié..., en ese momento le odié..., y decidí dejar que se ahogara... No se juega con las ilusiones de una niña.

Montag, März 12, 2007

Sapos cantando tangos


Como
sapos cantando tangos me sonó. Así fue..., desastroso, terrible.

Mi semblante cambiaba al son de sus cánticos, cánticos no tan cantados. Cánticos que pretenden cantar sin melodía alguna, sin melodía que suene bien..., sin melodía. Cánticos cuya letra..., sonaba a mis oídos como suena el reggaeton.



Como sapos cantando tangos. Como sapos cantando sin ritmo, como sapos.


Como sapos verdes bajo la luz. Luz de nadie, luz de todos. Luz que quizá creyeron suya..., sin serlo. Luz que dejaba de ser. Luz..., que se apagaba cuanto más fuerte cantaban.


Sapos. Comiendo moscas, por el simple hecho de comerlas. Ni por hambre ni por nada. Comiendo a los pequeños..., porque sí..., porque son sapos. Porque quien más come..., gana.


Tangos..., cantados..., por sapos. Anfibios que se adueñaban de lo que no era suyo..., formando un conjunto de..., porquería.


Ignorancia..., supina. Claro está..., es que son sapos.


Se levanta el telón. Adivinen ustedes quién es más tonto. Difícil, lo sé. Muy..., difícil. Son demasiados, pero no importa. Por una vez..., entran en un mismo saco... Saco, sapo, sacos, sapos... Sacos lleno de sapos. Sapos dentro de un saco. Sapos cantando en sacos. Sacos sonoros..., llenos de sapos.


Empieza la función. Empiezan a sonar los tangos. Director de orquesta..., el sapo más gordo de todos, que casualmente, era el que peor cantaba. Ni se sabía la letra..., ni supo tampoco cantarla. Pobre sapito verde..., que no sabe pronunciar las letras.


Pobres sapitos..., quizá aún nadie les enseñó que aquella luz que quisieron hacer suya..., sangra. Y la sangre..., es roja.


Sonntag, März 04, 2007

Desde hoy (Yo)

No
sé si serás capaz de reconocer estas letras, mis letras. No sé si serás capaz de reconocer estas palabras, mis palabras. Todas y cada una de ellas las he estado guardando para ti. Y aunque han ido cambiando a lo largo del tiempo, el fondo sigue siendo el mismo. Y en ese fondo sigue estando lo mismo..., lo que ya estaba, mi corazón.


No sé si reconocerás estas palabras cuando las leas. No sé tampoco si podrás recordar algo de lo que con ellas te contaré. No sé..., si entenderás lo mucho que he guardado, lo mucho que he sentido, y todo lo que me ha quedado.


Entiende que por una vez haya querido guardarlo, y entiende que es ahora cuando necesito contarlo. Pero..., no entiendas, no entiendas mal aquello que diga cuando lo asocies al tiempo. No quiero falsas interpretaciones..., tampoco necesito comprensión..., sólo déjate llevar mientras lo leas.


Ha pasado mucho tiempo ya. Sé que eres feliz. Sé que amas y te aman. Sé que conseguiste aquello que buscabas, aquello que me contabas, todo cuanto esperabas.


Sé que no estás solo. Recuerdo que tenías miedo de volver a empezar. Recuerdo que no sabías cómo hacerlo. Y recuerdo también tu voz..., divina voz, cuando me hablabas, cuando me decías todo esto y más.


Te he estado mirando sin que tú lo supieras. Te he estado observando sin que te dieras cuenta. He llorado cerca de ti..., pero no lo has visto.


Cada logro, cada fracaso..., yo he estado contigo sin tú saberlo.

No puedo culparte de nada puesto que la culpa es sólo mía. Yo te dejé volar lejos de mí. Y al hacerlo me dí cuenta de mi gran error. Y aunque no era tarde para remediarlo, creí que merecía un castigo por el daño que te había causado. Un castigo..., que seguí adelante por mi orgullo..., pero del que nunca he estado orgullosa.


Y entonces pensé que si lo que más necesitaba era verte, lo que menos merecía era eso también. Y me escondí..., renegué de cualquier tipo de llamada o visita, a pesar de que me dolía el alma mientras lo hacía. Y esperé..., martirizándome y diciéndome a mí misma que sólo merecía llorar tu ausencia, esa ausencia que yo misma había provocado.

Y los días comenzaron a sucederse y tu búsqueda era cada vez más pequeña. Y entonces mi orgullo me empujó de nuevo a crear un nuevo pensamiento. Y pensé..., que si desaparecías por completo, entonces es que jamás me quisiste..., y por tanto..., por tanto no merecías todo el dolor que yo estaba sintiendo, todo el amor por el que yo estaba sufriendo. Y me dejé llevar..., me dejé llevar del mismo modo que comencé pidiéndote a ti al principio de esta carta.

Entonces..., sin nunca haber dejado de saber cómo estabas, cómo seguía tu vida, supe también que me estabas olvidando..., y me negué a creerlo. Y comencé a mezclar mis lágrimas con un fuerte sentimiento de odio hacia mí misma, un odio que sólo se hacía más pequeño cuando conseguía poder odiarte a ti también. Pero..., desgraciadamente, poco podía.

Habían transcurrido casi dos años..., y ya no aguantaba más..., y me armé de valor para acercarme a ti, pero sin saber cómo. Así que decidí esperar bajo tu casa..., en ese pequeño parque hospedado justo debajo. Allí podría mantenerme oculta hasta que aparecieras. Y tras varias horas que se hicieron eternas, pude escuchar tu voz, tu divina voz..., esa voz..., que se acercaba.

Me puse nerviosa..., temblaba, quería dar marcha atrás pero ya era tarde y seguí andando..., mirando..., mirándote, cada vez más cerca de ti.

Pero tus ojos estaban posados en una mujer de cabello rubio y corto. Una mujer que te agarraba fuerte y te sonreía..., tú también le sonreías. Y aunque no lo creas..., pasaste a mi lado, incluso me rozaste, pero no me viste, no te diste cuenta de que estaba allí, como tantas veces estuve durante años.

Y comencé a llorar, no podía soportarlo. No debí dar aquel paso, no debí acercarme. Debí quedarme en la lejanía, como llevaba haciendo mucho tiempo atrás. Pero ya era tarde, ya no podía. Y pensé en gritarte, pero mi voz había desaparecido.

Y fue en ese momento, cariño, cuando decidí que no volvería a acercarme a ti. Fue en ese momento cuando sentí que tu corazón ya no me pertenecía. Y fue en ese momento también cuando, habiendo creído durante años que estaba sufriendo mi castigo, ví entonces que mi único castigo había sido ese breve instante..., al ver que definitivamente te había perdido.

Hoy..., cuatro meses después de aquel día..., el día que no me viste, el dolor sigue siendo tan grande que apenas puedo respirar. Y empiezo a entender todo cuanto pasó, todo cuanto hice, todo cuanto no supe hacer. Y quiero morirme para terminar con este castigo. Pero ni para eso valor tengo.

No sé si serás capaz de reconocer estas letras, mis letras. No sé si serás capaz de reconocer estas palabras, mis palabras. Todas y cada una de ellas las he estado guardando para ti. Y aunque han ido cambiando a lo largo del tiempo, el fondo sigue siendo el mismo. Y en ese fondo sigue estando lo mismo..., lo que ya estaba, mi corazón.

Y ahora, mientras lees cada una de ellas, es ahora cuando debo decirte que si durante todo este tiempo estuve cerca sin tú saberlo, si durante estos años estuve a tu lado, escondida, hoy he decidido alejarme..., alejarme para siempre, alejarme como tú creías que ya había hecho antes.

Tú has dado sentido a cada uno de mis días hasta hoy. Pensarte, imaginarte, sentirte..., aunque en sueños y recuerdos, ha dado sentido a cada uno de mis días hasta hoy, aunque no lo supieras.

Pero habiendo entendido que ya tu vida es de otra..., a la vez he comprendido que la mía no es de nadie. Y por eso me voy, esta vez de verdad. Mañana salgo de aquí..., y quise que supieras todo esto antes de partir. Mientras lees ahora mis letras, ya me encontraré lejos..., lejos..., pero sin olvidar nada.

Siempre estarás en mi corazón. Sé feliz, cariño mío.






Image Hosted by ImageShack.us