Mittwoch, Dezember 19, 2007

Mi Regalo de Navidad

Como 

el fuego, que empieza despacio y termina por estallar, así te regalo mi cuerpo.

Arañando las paredes y sin mirar atrás. Kahn me agarra cada vez más fuerte, haciendo que sienta que me evaporo y que estoy perdida en él. Dejo arrastrar mis labios, mis dientes, sobre la boca de Angelina..., Jolie.

Y Federico, mientras tanto, recita en mi cabeza las palabras del viejo Zaratustra. El suelo es cada vez más frío bajo mi piel, que abrasa.

Oh, Navidad, puta Navidad. Que alegras la ignorancia. Te dedico mi primer polvo de hoy. Mis fuegos artificiales y mis gritos, mis lamentos. Mi fuerza para susurrarte al oído que tu amado Cristo no nació el 25, y que el gallo dejó ya hace mucho, mucho tiempo, de cantar.

Oh, Navidad, blanca como la nieve que cubre sensaciones. Orgasmo. Blanco.

Navidad, en manos de inconscientes que apagan un planeta, llenándolo de bombillas de colores. ¿Cuándo se ahogará el pez que fue a beber al río?

Me excita tanto..., escuchar de fondo la Cope mientras grito. Sonrío e imagino su expresión escandalizada, y cómo, en el fondo, sólo quisieran saber cuán profunda es mi garganta.

Silencio. Sólo un momento..., o me iré... Debo pensar rápido en otra cosa.

Willy Fog, Tico y Rigodón.

Ahora, coloca tus manos sobre mi cuello y mírame. Atrévete a decirme con los ojos, eso que tus labios guardan.

Olvídate de que el Mundo es Mundo. Imagina que murió. Y piensa que..., si no te das prisa, este fuego que ahora quema, se convertirá pronto en ceniza. Y yo no soy el Phoenicoperus. Yo no debo ni quiero resurgir. Que lo haga Zapatero, o de lo contrario, vendrá la gaviota y te llevará en su saco.

Manipúlame, si puedes. Pero para ello necesitas un don, y no eres Jimi Hendrix.

Huele a café y vino caliente. Huele a tostadas, huele a salmón..., el silencio. El silencio que empieza despacio y termina por estallar. Así, así te regalé mi cuerpo.

Dienstag, Dezember 18, 2007

Su mejor deseo

"No



vuelvas a dejarme sola", se dijo al verse en aquel destartalado espejo.

Hubo ratos que pensó que ya nada podía hacer. Qué iba a contar que pudiera interesar. Palabras de latón que se estropean con el tiempo. Nada más que eso.

"Si ya nada útil me queda", pensó, arrepintiéndose de la súplica que un segundo antes había hecho.

Su dulce tragedia.

No es capaz de sentir sin antes razonar eso que siente. No es capaz de razonar si siente..., si no siente.

Su dulce tragedia.

Y no puede dejar de pensar. Y no puede dejar de sentir. Pero cabeza y corazón se necesitan tanto que, van de la mano sin dejar paso, aunque sólo por una vez sea, a uno de ellos.

Su dulce tragedia..., porque nunca llegan a una misma conclusión.

"Déjate llevar", escucha decir. Y siente que se volverá loca si, tras tanto escucharlo sigue respondiendo que, por mucho que lo intenta, no puede.

Que su corazón es de mármol, eso tuvo que escuchar tantas veces...

Quizá es ahora cuando lo comprendió. Porque no es tarea fácil romperlo, pero más costoso es aún montarlo.

Sólo puede permitirse soñar, porque los sueños no necesitan razonamiento alguno, y sólo soñando se siente libre. Por eso se esconde y sueña sola..., porque a nadie necesita para poder soñar.

Le preguntaron qué era lo que más deseaba.

Y deseó no tener corazón.

Mittwoch, November 07, 2007

Comprender

Han 


pasado muchos días, semanas. Han pasado meses. Me escapé para buscarme..., y resultó que nada encontré.

Como un puente desgastado que perdió uno de sus lados. Como una montaña que parte de nada y que nunca acaba. Como una cuerda rasgada. 

Jodidamente perdida.

Y creí que era cosa de tiempo, sin haber comprendido que el tiempo me odiaba.

Y pensé..., que alguna vez lo vería..., sin haber entendido que, no hay camino en la distancia, ni distancias que marcan caminos.

Niños que lloran mientras yo escribo.

Y el frío...

Putos blancos, putos negros..., putos chinos, putos todos, puta yo. Puto mundo.

Calles desiertas, casas sin tejado, comida..., podrida.

Lamentos, gritos, dolor, miedo... Odio.


Jodidamente perdida.

Jodidamente perdida.

Jodidamente perdida.

Mittwoch, Juni 20, 2007

Puta

No
eres más que eso. Aquello que quisiste ser y no lograste. Desde que abres los ojos durante la noche, hasta que los cierras durante el día. Décadas disimulando, y ahora que intentas ser, no te dejan. Años de disfraz..., y ahora eres sólo una máscara que se pasea por las calles pidiendo únicamente que te dejen existir.

Te levantas adormilada buscando un poco de café en el viejo tarro. La cabeza va a explotarte. Sólo quisieras cortarla, eliminarla, rebanarla. Pero sabes que no puedes, que ni para eso vales. Algo así supondría un esfuerzo que ya no puedes hacer. Y vuelves entonces a lamentarte por esta vida que nunca quisiste vivir y ahora estás viviendo.


Te diriges al baño y ni a mirarte al espejo te atreves. Nada tiene que ver esto que hoy hay con lo que ayer fue. Y tú lo sabes, lo sabes bien. Y te odias..., porque es realmente esto lo que eres.

Puta.


Recogiste tu pelo encrespado, y te aseguraste de que tus implantes caseros estaban colocados en su justo lugar. Y como cada día desde hace años, afeitaste tus piernas huyendo del viejo Roberto. Volvías a ser Ana..., otra vez.

Y poco antes de encender la radio, comprobaste que tus ya gastados tacones seguían en forma para una noche más, para una nueva jornada.

Puta.

Puta.

Puta. Te dicen al pasar.

Llegaste una tarde de calor, creyendo que la gran manzana te daría todo lo que siempre habías buscado. Dejaste aquel pueblo de mierda y viniste a la gran ciudad. Llegaste a creer incluso, que alguien te comprendería.

Décadas disimulando, y ahora que intentas ser, no te dejan. Años de disfraz..., y ahora eres sólo una máscara que se pasea por las calles pidiendo únicamente que te dejen existir.


Porque la transexualidad no es ningún transtorno. Porque ellos somos nosotros, porque nosotros somos ellos. Por todos. Porque cada cuál pueda elegir. Por la libertad.


Image Hosted by ImageShack.us

Mittwoch, Juni 06, 2007

Opened once

La
playa era de viento y granizo. Olía a fresas cubiertas de ron. Sonaba..., Acid Jazz, St. Germain..., y entonces me dejé llevar.

Todo era de color verde. Verde claro, verde oscuro, verde botella..., todo era verde.

Estaba lleno de paredes. Paredes por todas partes. A cada lado..., paredes. Paredes que se movían. Paredes que escondían paredes..., y más paredes.

Paredes blandas, tiernas, húmedas..., paredes frescas.

Nunca me gustaron las paredes.

Y empecé a moverme por ese laberinto. Buscaba..., algo. Una salida, quizá. Pero no una puerta.

Nunca me gustaron las puertas.

No tuve problema con ellas, puesto que ninguna encontré. Sólo había espacios. Espacios libres. Espacios que me permitían el paso..., hacia una nueva pared de color verde.

Y decidí entonces golpear la aldaba de hierro forjado..., tan delicada. Nada escuché..., hasta que la pared comenzó a moverse.

Sus ojos se estrellaron contra mí. Sentí algo extraño, a la vez que provocador. Y hubiera jurado que se trataba de algo erótico..., si no hubiera sido porque la mirada que me estaba recorriendo era la de...

Decidí tocarlo..., o acariciarlo. Demasiadas horas en ese lugar tan verde..., tantas como para agradecer el nuevo color, su color.

Y le abrí mi corazón, porque nada más tenía.

Y le regalé mis ojos.

Después le prometí que no me movería de allí..., jamás.


Pero sin haberme dado apenas tiempo para pronunciar tales palabras, raudo y veloz apareció el gnomo de los deseos..., que también era verde.

Y entonces se lo llevó todo..., todo. Todo.

La playa era de viento y granizo. Olía a fresas cubiertas de ron. Sonaba..., Acid Jazz, St. Germain..., y entonces desperté.

Dienstag, Mai 08, 2007

Estrella

Paseando la encontré.
Estaba en el suelo y brillaba. Pero la gente pasaba a su lado y no se paraba. Nadie miraba, nadie quería saber nada.

Llegué a pensar que eran capaces de reconocerla y..., y eso les daba motivos para ignorarla. Aunque, muchas veces, lo desconocido genera pánico y es también suficiente motivo como para pasar de largo.

Decidí recogerla y poder mirarla de cerca. Y fue enconces cuando, al acariciarla...
**********


Tuve que saltar varias veces porque las nubes no dejaban de moverse. Y la tierra, arriba, estaba paralizada y cambiaba constantemente de color. A su lado había un dragón verde con cara de elefante que miraba fijamente cómo corría un avestruz que no tenía patas.

Bajé la vista y me encontré con peces. Peces que se deslizaban entre las nubes formando pequeños círculos que rodeaban pájaros. Pájaros que cantaban a la sombra de dinosaurios. Dinosaurios..., que respiraban agua y expulsaban zumo de naranja.

Y fue entonces cuando conseguí ver mi reflejo. Mis orejas habían aumentado formando trompetillas a ambos lados de la cabeza. Mi nariz había desaparecido y mi pelo, que se mantenía negro, caía recorriendo mi espalda hasta rozar mis tobillos.

Mi cuerpo estaba cubierto por una larga capa. Una larga capa con un gran bolsillo. Un bolsillo que guardaba algo. Entonces acerqué mis manos y me dispuse a descubrirlo.

Así tuve mi primer encuentro con mi espada láser. Los colores de la libertad la recorrían, y una luz acompañada de la música de Lou Reed se encendía cada vez que yo pulsaba el botón que decía "Fire". Y es que no tenía filo, ni tampoco era de metal.


Por un momento me sentí en la versión rosa de la Guerra de las Galaxias, y pensé que..., si alguien me había dado tal espada, entonces tenía una misión. Y me dispuse a llevarla a cabo.

Así que comencé a caminar siguiendo un ruido en la distancia. Eran una especie de pasos…, pasos que sonaban extraños. Pasos rápidos, pasos breves.

Levanté la vista y ahí estaban ellos. El ejército de los Pin y Pon se encontraba delante de mí. Y ocupando un lugar primordial entre todos, uno con bigote. Uno cuya sonrisa era tan enigmática como la de la propia Mona Lisa.

Y me habló. Pero no le entendí. Aunque estaba claro que nada de lo que decía era bueno.

Aparté mi capa y saqué mi espada láser. El Jefe Reed comenzó a sonar por todas partes y la tierra, que parecía tan lejana, empezó a acercarse tanto que daba miedo.

La luz cegadora de mi espada iluminó al jefe Pon, y de pronto…, una enorme jirafa de pelo verde se lo tragó. Sólo dejó de él su bigote.
**********


Cayó de pronto la estrella brillante de mis manos…, y fue entonces cuando me pregunté…, si ese bigote sería capaz de desaparecer eternamente…, eternamente.

Dienstag, Mai 01, 2007

El faro de metal

Primero
le buscaron. Después se encontraron bajo la misma espiral.

El faro de ladrillo..., el ruido. La música gritaba. Los ojos miraban haciendo ver que nada observaban. Las manos pausadas. Distancia, miedo.

Su rostro contra el suelo. Sus manos queriendo parar el tiempo. Pero el tiempo no paraba, seguía corriendo y llevando consigo un puño americano por cada segundo.

El brillo del metal comenzó a cubrirse con tinta roja. Los palos ensordecieron.

Su rostro contra el suelo. Las botas negras buscaban en él su apoyo, apretando cada vez más fuerte..., cada vez más fuerte.

Ocho cuerpos en pie, dieciséis pies, dieciséis manos..., ejecutando bajo una misma luna y sobre un mismo cuerpo.

El asfalto comenzó a cambiar de color.

Resistir. Pero sus manos se destrozaban cada vez más, intentando detener lo que en su cabeza explotaba.

Su rostro contra el suelo.

Luces aparecieron..., y salieron corriendo con sus puños, con sus palos, con sus botas..., con sus cabezas rapadas.

***





Durante mucho tiempo he sido la mayor de los dos. Durante mucho tiempo... Ahora, mi 1.70 me hace sentir pequeña a tu lado.


Cuando empezabas a crecer sentí que era el momento de llevar zapatos de tacón, y llegué a subirme sobre diez centímetros más para seguir sintiendo que podía defenderte..., que podía seguir siendo tu hermana mayor.


Pero no te detenías..., y decidí desistir. Siempre tendría, al fin y al cabo, nueve años más que tú.


Cuando estás frente a mí, me recorre el cuerpo un orgullo tremendo.


Y a pesar de escucharte decir "canija" cuando tu cuerpo de 1.96 se apoya sobre mis hombros..., sigo sintiendo que soy la mayor..., y que podré protegerte como siempre lo he hecho.


Pero no he podido..., esta vez no he podido.


Te han machacado y no he podido defenderte.


Y siento dentro de mí una impotencia que me está matando. Te escucho hablar..., y me voy desgarrando. Te miro, y tras hacerlo imagino cómo fue, y entonces siento que me muero.


La rabia me está comiendo, pero no acabará conmigo, y tampoco dejaré que termine contigo.


A por ellos.

Dienstag, April 24, 2007

Tricolor

Siempre

hablábamos de ello, pero nunca hacíamos nada.


Tantas horas, tantos días..., planeando la sentencia final. Demasiado tiempo empleado para dejarlo en simples palabras.


Había llegado el momento..., ambos lo sabíamos. Y un puñado de nervios se mezclaba con una risa estúpida a la vez que dulce... Iba a suceder.


El viaje no era demasiado largo. Quizá es que eran tales las ganas que..., las horas no importaban. Ya estaba muy cerca, ya casi podíamos tocarlo.


Fuí yo quien se decidió. Primero un pie, después el otro. Y de pronto, casi sin darnos cuenta, allí estábamos, el uno frente al otro.




- Necesitamos energía.
- ¿Más aún?
- Tenemos que comer algo.
- Me parece una buena idea.
- Tienes el mapa, supongo...
- No supongas tanto...
- Mal empezamos...




La gran vía se hacía estrecha, ... y demasiado larga. Apenas había aire. Y el poco existente se entrecortaba. Ilusión..., o quizá miedo. Y aquel lugar no ayudó demasiado.



- Te estás cargando una vaca con eso que comes.
- Tú tampoco ayudas a la población verde.
- Necesitamos unas cervezas...




La suerte estaba o no de nuestro lado. No lo sabíamos, pero no nos importaba. Lo íbamos a hacer, sin más. Sin importarnos qué ocurriera después, sin importarnos nada.


O puede que sí nos importara, puede que nos importara demasiado, tanto que..., por eso lo hacíamos.


Lo hacíamos porque estábamos hartos. Porque llevábamos tiempo queriendo hacerlo. Lo hacíamos porque lo necesitábamos, porque no sólo con nuestras palabras podíamos arreglar algo. Porque..., si dejábamos pasar el tiempo..., éste acabaría comiéndonos.




- ¿Por qué me miras?
- No sé si te has dado cuenta de algo...
- Sorpréndeme.
- Te llamas Reina.
- Eso no me causa sorpresa alguna, y?
- Y vas a llevar tú la bandera.




Y es que..., la Tercera República tendrá Reina. La tercera República estará plagada de Reyes y Reinas, cada cuál será su Rey, cada una será su Reina. Y por algo había que comenzar.


Sacamos nuestra bandera tricolor y empezamos a recorrer las calles, sin más..., quemando cada iglesia a nuestro paso y gritando...




¡¡Viva la Tercera República!!



Para Quique. Para que se hagan realidad cada uno de sus sueños.
Die Macht ist mit dir... Es lebe die Republik!

Freitag, April 13, 2007

Campeón

Boxeo. Adoro el boxeo.

Nunca se me ha pasado por la mente dedicarme a ello. Pero disfruto viendo ese deporte. Por televisión, en directo... Sí, adoro esos combates.

Tengo mis favoritos, por supuesto. Pero más de una vez me he encontrado viendo un combate entre dos desconocidos para mí. Cuando ocurre algo así..., cuando no tengo ningún favorito, suelo declinarme por aquél que me parece más débil. Y entonces le animo hasta quedarme sin voz..., y se me caen las lágrimas si le veo cada vez más hundido.

En cierta ocasión, estuve a punto de recibir varios puñetazos..., ya que, ése a quien yo animaba, ése a quien le estaban machacando no era el favorito del grupo de personas que veían el combate justo delante de mí. Y..., claro, el problema llegó cuando mi "pupilo" resucitó de forma sorprendente y comenzó a aplastar al preferido de "mis vecinos". Pensé que no salía viva de ese lugar...

Y es que..., aunque se trate de un deporte, no se puede negar la connotación violenta, por supuesto. Pero..., también he pensado muchas, muchas veces, que cuatro puñetazos bien dados son preferibles a muchas otras cosas.

Dicen que las palabras se las lleva el viento. Mentira.

Las palabras pueden dañar más que unos puños recubiertos por unos guantes especiales. Y es que..., las decisiones están recubiertas de palabras. Y no todas las decisiones son buenas. Y tras tales decisiones..., consecuencias. Consecuencias que quizá se vistan después con puños..., o no.

Todos, absolutamente todos, llevamos una bestia dentro. Una bestia que asoma demasiado, o muy poco. O quizá, lo justo. Pero siempre asoma. El mundo no ha cambiado.

Sentimos rabia..., y entonces nos cuesta respirar, nos enfurecemos. No somos muchas veces capaces de imaginar lo duro que algo puede llegar a ser..., y algo se va guardando dentro, muy dentro..., y la bestia se alimenta y va creciendo.

Y un día nos levantamos y nos damos cuenta de toda la mierda que nos rodea. Y queremos partir la cara a alguien. Pero sabemos que no podemos..., y acabamos metiendo la cabeza dentro de una bañera llena de agua donde nadie podrá oírnos cuando gritemos.

Golpeamos sin querer, y para ello no hace falta usar los puños. Ésa, quizá, es la forma más sutil, la más leve, la que menos duele.

Pero las palabras golpean muy fuerte..., y causan más daño. La vida está llena de palabras, y por ello la vida golpea. Golpea más fuerte que Rocky Marciano o que Alí.

El escenario vital no es más que un ring. Y en ese ring estamos viviendo todos. Unos golpean más fuerte que otros. A veces ganan, a veces pierden..., pero siempre golpean. Golpeamos todos en este infierno. Y nadie se salva de ello. Pero si de algo estoy segura es de que..., quien más aguanta no es quien más pega..., sí quien mejor resiste los golpes, porque será el único que vuelva a levantarse y avance.

Quizá adoro el boxeo porque, realmente, se trata de lo mismo que vivo. Pero con una diferencia..., siempre termina.




Image Hosted by ImageShack.us

Mittwoch, April 04, 2007

4 de Abril de 2987

Image Hosted by ImageShack.us

Hoy,

4 de Abril de 2987, miro hacia atrás y veo todo cuanto dejaste, todo cuanto dejé.
Es extraño..., nunca pensé que pudiera pasarme algo como esto. Nunca creí en ello. Me hubiera mofado de cualquier palabra que en aquel momento me hubiesen dicho sobre algo así.
Pero aquí me encuentro..., sin saber cómo he llegado. Aquí estoy..., sabiendo que soy yo..., pero sin serlo. Sabiendo que fuí yo..., alguna vez.
Puedo recordarlo todo. Y me siento rara, pero..., tranquila. Creo que ya nací sabiéndolo..., y sólo necesité un tiempo para ordenarlo todo. Tiempo que se cumplió hace unos días. Tiempo claro. Tiempo y yo... Yo..., en el tiempo.
Otra cara veo en los libros. Otro cuerpo. Pero..., yo estoy dentro. Como dentro ahora estoy de la imagen que cada día cubre mi espejo. Sigue siendo ella. Sigo siendo yo.
Libros..., y más libros. Libros con mi nombre. Libros con mi imagen. Al final resultó que lo hice bien..., ahora puedo verlo.
Leí que fue idea tuya..., esculpirme. Veo réplicas con mi rostro, con mis gestos..., en todas partes. Fotografías veo..., como si estampas fueran. Películas...
¿Qué me has hecho?
"Zapaterista" fuí, lo sé, lo recuerdo..., lo leo. Y por decir algo que no debía..., algo que no podía..., me atraparon. Me tumbaron. Me ataron. Me... "manipularon". Me destrozaron. Me mataron.
Y hoy vuelvo a encontrarme..., a mí, en otro cuerpo. A ella..., llenando edificios y paredes, libros y figuras. Cuellos.
¿Qué me has hecho?
No puedo entender. Me niego a entenderlo. No puedo mirarme..., no puedo mirarla.
Si fue tan bueno lo que conseguí, ¿por qué me llevan colgada en sus cuellos? ¿Por qué me lucen atada, tumbada, con los labios rotos y desangrada?
¿Por qué ahora me pasean por las calles?
Si fue tan bueno lo que conseguí..., si tanto hice..., si tanto dejé..., si tanto aprendieron..., ¿Por qué veneran mi imagen siendo mutilada?
No habéis aprendido nada... Yo hablaba de libertad..., y hoy me mostráis atada. En oro, en plata, en piedra o madera. Yo hablaba de libertad..., y me tenéis encarcelada.
Realmente..., no habéis conseguido nada. O quizá sí.
Sí..., habéis aprendido que muchas veces hablar..., actuar..., implica ser atrapada, atada, tumbada, con los labios rotos y desangrada.
Tanto hice..., tanto dejé..., tanto intenté... Y hoy sólo queda una imagen que da miedo ver. Miedo..., mi imagen. Miedo..., por lo que hice. Y quizá..., paseándome estos días podéis recordar el resto del año que..., quien habla..., quien hace..., quien pidió libertad murió sin ser libre. Y de esto..., lo que queda es..., que quizá entonces sea mejor callar..., algo que os recordáis los unos a los otros..., en vuestros cuellos.
****************************************

Hoy, 4 de Abril de 2007, me sigo preguntando, como cada año, qué significan estos días que estamos pasando. Qué significan estos ritos extraños, este fervor..., esta mentira.
Creencia en ése que llaman Dios, carezco de ella. Sólo sé que bajo su nombre se han llevado a cabo las mayores masacres de la historia. Pero cada cuál puede creer en lo que quiera.
Creo..., en esa persona que SÍ formó parte de la historia. Pero sólo en eso creo..., en una persona..., normal. Una persona que cada cuál se ocupó de idealizar..., a su manera.
Y es que..., cada cuál es libre de creer, de idealizar. Pero..., éstas, las maneras, estas formas de hacerlo los 365 días del año..., y en especial estos días..., me parecen ridículas, las detesto.
Sencillamente..., otro motivo más, para mí, por lo que este mundo es un putiferio. Y cada cuál..., que piense lo que quiera.
PD - ¡Viva María Magdalena!

Sonntag, April 01, 2007

Barbie

Image Hosted by ImageShack.us

Esto

va para usted, Frau Eva Herman.
Nos ha dejado atónitos con su gran obra. Su libro es..., por decirlo de alguna manera, una mierda.
Se dedica, muy estimada señora, a exponer un listado de principios dedicados a engrandecer (bajo su punto de vista) a la mujer. Principios, según usted, que debieran seguir todas las féminas que habitan la tierra.
Principios en los que usted afirma que, las mujeres, para ser felices deberían ocuparse sólo del hogar, sus hijos y su marido. Y también añade, literalmente, que debieran cerrar más la boca para evitar problemas.
Llama usted a sus principios, la nueva femineidad, alegando que desde hace décadas, las mujeres están violando las leyes que aseguran la supervivencia de la especie. Habla de salvar a la familia..., que ésta no se extinga. Definiéndolo como lo único moral y decente.
Y además, duda del carácter femenino de una mujer que no sigue tal esquema.
Bien, señora mía, permítame que le diga algo.
Escribe un libro y en él dicta principios, una señora (porque ya es usted mayorcita como para decir tantas gilipolleces) que, titulada en periodismo, lee desde hace años a diario las noticias en la televisión alemana. Disculpe mi atrevimiento..., pero a día de hoy me consta que tal cosa es un oficio, y además, bien remunerado.
Seguramente, ante estas palabras, me responderá diciendo, como ya ha dicho en otras ocasiones, que si volviera a nacer se casaría, dejaría que su marido trabajase y se ocuparía de sus hijos. Pues..., aún está a tiempo. Y no hay nada mejor que predicar con el ejemplo. Así que..., comience dando el primer paso y luego escriba la segunda parte de su libro.
Permítame ahora que me ría. Pero no me queda otro remedio que hacerlo, muy a mi pesar y al suyo. Y es que usted habla de "familia" constantemente, y de mujeres que violan tal concepto cuando son capaces de compaginar tal cosa con un trabajo. Sí..., permita que me ría. Y es que habla de violar la familia una persona que hoy vive con su cuarto marido..., pero un único hijo. Explíqueme dónde ve usted ahí todo lo que predica..., en especial todo ese alegato suyo sobre asegurar la supervivencia de la especie, tratando a las mujeres como si conejos fuéramos, y parir fuera nuestro único fin. Y lo dice usted..., con un solo hijo.
Y es que..., no es la más indicada para juzgar a nadie. Ya que, si por usted fuera..., en cuanto a natalidad se refiere, Alemania quebraría.
Nunca me he considerado feminista. Ahora bien..., su libro es totalmente machista, pregonando en él palabras que buscan trasladar a la mujer a un papel que ha costado tiempo dejar atrás. Y tal cosa..., es una vergüenza. Una vergüenza que me irrita, desde la cabeza hasta los pies.
Veo ahora su imagen en la televisión alemana y sus palabras me llevan a pensar que siempre he tenido razón. La Barbie es la única muñeca que lo tiene todo..., excepto cerebro.

Dienstag, März 27, 2007

Por la libertad

Image Hosted by ImageShack.us
Dicen
que soy puro sentimiento..., que en cada una de mis reacciones puede detectarse lo que existe en su fondo.
Dicen que soy visceral. Que dentro de mi razón no puedo ocultar algo que va más allá..., y que tarde o temprano, asoma.
Dicen que cuando creo en algo, lo defiendo hasta el punto de que mis palabras, más que frases, forman órdenes.
Dicen..., que no es que trate de convencer..., pero es tal la vehemencia cuando debato, que puede parecer que vivo en carne propia todo aquello de lo que hablo.
Puede que sea cierto.
Y hoy daré la razón a quienes hablan, a quienes dicen.
Y es que hoy estoy enfadada, indignada. Hoy no pienso emplear las palabras adecuadas si no salen por sí solas. No me interesa.
Llevo días jurando en hebreo y supongo que hoy me he levantado..., como suele decirse, torcida. Muy, muy torcida. Tanto que, me encuentro escribiendo aquí con una taza de café al lado, un cigarrillo, y..., el ceño fruncido. Y es que el café y el cigarrillo es algo habitual, pero el ceño..., no tanto. Estoy muy enfadada.
Y..., no. No tiene nada que ver mi estado con el hecho de que hace unos días, me encontrara rodeada de calaña pura en un trabajo vergonzoso que por suerte ya está lejos. No.
Tiene que ver con un país, con dos hermanos.
Dos hermanos que son clavados. Dos hermanos que me producen asco, odio, tirria. Dos hermanos que forman parte importante en la escala "putiférica" que gobierna este mundo cada día más lejos de lo que debiera ser.
Dos hermanos que se permiten el lujo de iniciar una caza de brujas contra todo aquello que se denomina derecho humano. Dos hermanos homófobos que se dignan a decir que no pueden promover como normales las relaciones entre personas del mismo sexo, ya que esas relaciones constituyen objetivamente una desviación de la ley natural. Y tras decirlo, se atreven a decir que van a perseguirlo. Se atreven a decir que cada cuál deberá confesar su condición sexual para que, una vez hecho, si no es de su agrado, será tratado como un criminal que perderá su trabajo y cualquiera de sus derechos como persona libre que elige con quién se acuesta.
Se acabó permitir que cada persona sea persona. Se acabó permitir que cada cuál se exprese bajo su propia condición, porque de hacerlo, será perseguido y juzgado.
Antisemitismo, nacionalcatolicismo, homofobia. Así es la Polonia que están perfilando dos gañanes gemelos llamados Kaczynski. Toda una pesadilla para la Unión Europea. Pesadilla en la que Alemania está siendo la primera en reaccionar e ir haciendo cuanto menos en su trato con semejante par de hijos de su santa madre, quien debió ser la primera en mostrar tal reacción cuando decidió abrir las piernas aquel fatídico día.
Y es que sigue habiendo en España mucho gilipollas que les otorga la razón, y es una lástima, porque aunque no se trate de un régimen persecutorio, como en Polonia, es lamentable que personas, por llamarlas de alguna manera, puedan apoyar actos como éste.
No sé dónde vamos a llegar..., ni sé tampoco cómo acabará todo esto. Habrá que dar una patada a Polonia..., quizá. Pero la única culpa que tienen esas personas es la de vivir en un país donde están construyendo una auténtica barbarie.
Estoy enfadada..., sí, muy enfadada. Porque no teníamos bastante con lo que ya había. Ahora llegan los Kaczynski recién salidos de algún campo de exterminio donde debieron aprender cuanto ahora profesan..., y en el cuál podrían haberse quedado.
Tremenda pareja. Tremendos gemelos. Váyanse a la mierda, señores.
Porque nadie tiene derecho para decidir con quién debo o no acostarme. Por todos ellos, por todos nosotros. Para que cada quién pueda siempre elegir.

..Por la libertad.
..

Freitag, März 23, 2007

Dedales



Nunca
soporté a los Pin y Pon. Y daré motivos contundentes por los que siempre me resultaron tan sumamente desagradables.


Podría hacer una tesina hablando de este tan escabroso tema, pero al final he decidido, tras darle vueltas durante mucho tiempo..., dedicarles una pequeña entrada que resuma mis razones...


Debo comenzar por el principio. Y..., qué es el principio? Sus nombres. No sé a qué "iluminado" se le ocurrió llamarlos de tal modo, pero..., fue el causante de que no empezara bien mi relación con Pin..., ni tampoco con Pon.


Y es que..., que alguien me explique cómo coño es posible llamar así a dos supuestos muñecos..., y digo supuestos porque más que muñecos eran como dos dedales con peluca.


Además, siempre me indignó mucho, muchísimo, que bautizaran a esos dos cachos de plástico a prueba de golpes (porque no se rompían por más empeño que ponía...), haciendo un casi híbrido del Gran Don. Es que..., todo hay que decirlo..., en aquellos tiempos sentía devoción por Barrio Sésamo. Todos tenemos nuestro lado oscuro..., no lo niego.


Eran muy extraños los amigos Pin y Pon. Resulta que sus "extremidades" no se movían..., pero sí en cambio sus peinados. Se sentaban de pie y sus brazos siempre pegados al cuerpo, pero..., sus pelucas eran intercambiables. Todo esto me lleva a pensar que ya desde pequeños, de algún modo, Famosa pretendía que fuéramos viendo la verdadera esencia del hombre..., cuánta ambigüedad hay en ella.


Y esto último es algo positivo, claro está. Pero..., en tan tierna edad, me "reventaba" muchísimo, porque yo pensaba... "han sido capaces de darle vida a sus peinados, pero ni sentarles en sus sillitas puedo". Así que..., junto a los muñequitos te vendían una mesita con sus respectivas sillas, pero ellos tomaban la sopa de pie, más que nada porque los platos estaban a la altura de sus rodillas.


Para colmo de colmos, Pin y Pon tenían una granja. Aunque..., si se puede llamar granja a un trozo de plástico verde con dos pollos y un cerdito..., paremos de hablar. Pero algo tenían que montar, puesto que por sí solos..., Pin y Pon eran un coñazo. Al menos..., con un par de pollos podías imaginar algo más entretenido..., que durara quizá una hora de esas largas tardes en las que sin edad suficiente para salir por tu cuenta, había que jugar con algo.


También vendían a Pin y a Pon por separado. Muchas veces se basaban en profesiones... Había uno que era médico y traía su maletín, otro que era pirata y traía un loro, un músico con su arpa..., y uno en especial..., uno que me tuvo que tocar a mí. Uno que debía estar inspirado en la bella Italia..., porque traía una especie de góndola. Ahora bien..., mi gozo en un pozo, porque para una vez que sentí que ese cabezón servía para algo..., cuando lo puse sobre el agua se quedó medio hundido..., medio..., su cabeza fue la peor parada.


Le odié..., en ese momento le odié..., y decidí dejar que se ahogara... No se juega con las ilusiones de una niña.

Montag, März 12, 2007

Sapos cantando tangos


Como
sapos cantando tangos me sonó. Así fue..., desastroso, terrible.

Mi semblante cambiaba al son de sus cánticos, cánticos no tan cantados. Cánticos que pretenden cantar sin melodía alguna, sin melodía que suene bien..., sin melodía. Cánticos cuya letra..., sonaba a mis oídos como suena el reggaeton.



Como sapos cantando tangos. Como sapos cantando sin ritmo, como sapos.


Como sapos verdes bajo la luz. Luz de nadie, luz de todos. Luz que quizá creyeron suya..., sin serlo. Luz que dejaba de ser. Luz..., que se apagaba cuanto más fuerte cantaban.


Sapos. Comiendo moscas, por el simple hecho de comerlas. Ni por hambre ni por nada. Comiendo a los pequeños..., porque sí..., porque son sapos. Porque quien más come..., gana.


Tangos..., cantados..., por sapos. Anfibios que se adueñaban de lo que no era suyo..., formando un conjunto de..., porquería.


Ignorancia..., supina. Claro está..., es que son sapos.


Se levanta el telón. Adivinen ustedes quién es más tonto. Difícil, lo sé. Muy..., difícil. Son demasiados, pero no importa. Por una vez..., entran en un mismo saco... Saco, sapo, sacos, sapos... Sacos lleno de sapos. Sapos dentro de un saco. Sapos cantando en sacos. Sacos sonoros..., llenos de sapos.


Empieza la función. Empiezan a sonar los tangos. Director de orquesta..., el sapo más gordo de todos, que casualmente, era el que peor cantaba. Ni se sabía la letra..., ni supo tampoco cantarla. Pobre sapito verde..., que no sabe pronunciar las letras.


Pobres sapitos..., quizá aún nadie les enseñó que aquella luz que quisieron hacer suya..., sangra. Y la sangre..., es roja.


Sonntag, März 04, 2007

Desde hoy (Yo)

No
sé si serás capaz de reconocer estas letras, mis letras. No sé si serás capaz de reconocer estas palabras, mis palabras. Todas y cada una de ellas las he estado guardando para ti. Y aunque han ido cambiando a lo largo del tiempo, el fondo sigue siendo el mismo. Y en ese fondo sigue estando lo mismo..., lo que ya estaba, mi corazón.


No sé si reconocerás estas palabras cuando las leas. No sé tampoco si podrás recordar algo de lo que con ellas te contaré. No sé..., si entenderás lo mucho que he guardado, lo mucho que he sentido, y todo lo que me ha quedado.


Entiende que por una vez haya querido guardarlo, y entiende que es ahora cuando necesito contarlo. Pero..., no entiendas, no entiendas mal aquello que diga cuando lo asocies al tiempo. No quiero falsas interpretaciones..., tampoco necesito comprensión..., sólo déjate llevar mientras lo leas.


Ha pasado mucho tiempo ya. Sé que eres feliz. Sé que amas y te aman. Sé que conseguiste aquello que buscabas, aquello que me contabas, todo cuanto esperabas.


Sé que no estás solo. Recuerdo que tenías miedo de volver a empezar. Recuerdo que no sabías cómo hacerlo. Y recuerdo también tu voz..., divina voz, cuando me hablabas, cuando me decías todo esto y más.


Te he estado mirando sin que tú lo supieras. Te he estado observando sin que te dieras cuenta. He llorado cerca de ti..., pero no lo has visto.


Cada logro, cada fracaso..., yo he estado contigo sin tú saberlo.

No puedo culparte de nada puesto que la culpa es sólo mía. Yo te dejé volar lejos de mí. Y al hacerlo me dí cuenta de mi gran error. Y aunque no era tarde para remediarlo, creí que merecía un castigo por el daño que te había causado. Un castigo..., que seguí adelante por mi orgullo..., pero del que nunca he estado orgullosa.


Y entonces pensé que si lo que más necesitaba era verte, lo que menos merecía era eso también. Y me escondí..., renegué de cualquier tipo de llamada o visita, a pesar de que me dolía el alma mientras lo hacía. Y esperé..., martirizándome y diciéndome a mí misma que sólo merecía llorar tu ausencia, esa ausencia que yo misma había provocado.

Y los días comenzaron a sucederse y tu búsqueda era cada vez más pequeña. Y entonces mi orgullo me empujó de nuevo a crear un nuevo pensamiento. Y pensé..., que si desaparecías por completo, entonces es que jamás me quisiste..., y por tanto..., por tanto no merecías todo el dolor que yo estaba sintiendo, todo el amor por el que yo estaba sufriendo. Y me dejé llevar..., me dejé llevar del mismo modo que comencé pidiéndote a ti al principio de esta carta.

Entonces..., sin nunca haber dejado de saber cómo estabas, cómo seguía tu vida, supe también que me estabas olvidando..., y me negué a creerlo. Y comencé a mezclar mis lágrimas con un fuerte sentimiento de odio hacia mí misma, un odio que sólo se hacía más pequeño cuando conseguía poder odiarte a ti también. Pero..., desgraciadamente, poco podía.

Habían transcurrido casi dos años..., y ya no aguantaba más..., y me armé de valor para acercarme a ti, pero sin saber cómo. Así que decidí esperar bajo tu casa..., en ese pequeño parque hospedado justo debajo. Allí podría mantenerme oculta hasta que aparecieras. Y tras varias horas que se hicieron eternas, pude escuchar tu voz, tu divina voz..., esa voz..., que se acercaba.

Me puse nerviosa..., temblaba, quería dar marcha atrás pero ya era tarde y seguí andando..., mirando..., mirándote, cada vez más cerca de ti.

Pero tus ojos estaban posados en una mujer de cabello rubio y corto. Una mujer que te agarraba fuerte y te sonreía..., tú también le sonreías. Y aunque no lo creas..., pasaste a mi lado, incluso me rozaste, pero no me viste, no te diste cuenta de que estaba allí, como tantas veces estuve durante años.

Y comencé a llorar, no podía soportarlo. No debí dar aquel paso, no debí acercarme. Debí quedarme en la lejanía, como llevaba haciendo mucho tiempo atrás. Pero ya era tarde, ya no podía. Y pensé en gritarte, pero mi voz había desaparecido.

Y fue en ese momento, cariño, cuando decidí que no volvería a acercarme a ti. Fue en ese momento cuando sentí que tu corazón ya no me pertenecía. Y fue en ese momento también cuando, habiendo creído durante años que estaba sufriendo mi castigo, ví entonces que mi único castigo había sido ese breve instante..., al ver que definitivamente te había perdido.

Hoy..., cuatro meses después de aquel día..., el día que no me viste, el dolor sigue siendo tan grande que apenas puedo respirar. Y empiezo a entender todo cuanto pasó, todo cuanto hice, todo cuanto no supe hacer. Y quiero morirme para terminar con este castigo. Pero ni para eso valor tengo.

No sé si serás capaz de reconocer estas letras, mis letras. No sé si serás capaz de reconocer estas palabras, mis palabras. Todas y cada una de ellas las he estado guardando para ti. Y aunque han ido cambiando a lo largo del tiempo, el fondo sigue siendo el mismo. Y en ese fondo sigue estando lo mismo..., lo que ya estaba, mi corazón.

Y ahora, mientras lees cada una de ellas, es ahora cuando debo decirte que si durante todo este tiempo estuve cerca sin tú saberlo, si durante estos años estuve a tu lado, escondida, hoy he decidido alejarme..., alejarme para siempre, alejarme como tú creías que ya había hecho antes.

Tú has dado sentido a cada uno de mis días hasta hoy. Pensarte, imaginarte, sentirte..., aunque en sueños y recuerdos, ha dado sentido a cada uno de mis días hasta hoy, aunque no lo supieras.

Pero habiendo entendido que ya tu vida es de otra..., a la vez he comprendido que la mía no es de nadie. Y por eso me voy, esta vez de verdad. Mañana salgo de aquí..., y quise que supieras todo esto antes de partir. Mientras lees ahora mis letras, ya me encontraré lejos..., lejos..., pero sin olvidar nada.

Siempre estarás en mi corazón. Sé feliz, cariño mío.






Image Hosted by ImageShack.us

Dienstag, Februar 20, 2007

Carta de una desconocida

No

hizo falta que me llamaras. Yo quise verte. Yo quise estar ahí, contigo.

Apenas dormí la noche anterior. Siempre me cuesta hacerlo..., pero esa noche, aún tardé más en cerrar los ojos. Pensaba en ti..., pensaba en verte. Pensaba en el día que me esperaba contigo. Pensaba en acariciarte, aunque con mis ojos fuera. Tan cerca de ti...

Siempre te he adorado, siempre te he idolatrado. Siempre te he defendido ante quien fuera... Siempre estuve dispuesta para ti.

Desde que te conocí he querido saber más y más de ti. Nunca me canso..., necesito verte, y verte..., sentirte..., y sentirte.

Me has hecho llorar muchas veces. Me has hecho reir. Me has hecho sentirme viva..., y también a tu lado he sentido morir. Me has excitado como nunca nadie pudo conseguirlo antes, ni durante..., ni después.

Un día, cuando ya mi cuerpo y mente dejaban de sentir como niña y daban paso a una mujer, cuando mis sentimientos hacia ti despertaban en mí algo ya muy distinto a lo ya antes sentido, decidí estudiar cada parte de ti. Aprenderme cada milímetro de tu vida, de tu cuerpo..., y empaparme de todo ello. Saberte de memoria... Lograr que me amaras tanto como yo te amo a ti. Mirar a través de tus ojos y percibir en ellos un gran orgullo porque quizá nunca antes alguien supo de ti cuanto yo ya sabía.

Llevo años buscando que me correspondieras. Años. A pesar de ser consciente de las muchas miradas que se posan sobre ti, que te buscan, que te pretenden.

Pero yo me olvido del resto y pienso que conmigo será diferente. Y me imagino a tu lado..., feliz.

Por fin llegó el momento. Las horas de viaje en tu búsqueda. Las horas de viaje haciéndome a la idea de que no estaríamos solos. Las horas de viaje..., ilusionada, porque al margen de todo..., podría verte.

El lugar estaba concurrido. Había demasiadas caras, demasiados cuerpos..., aún mis ojos no alcanzaban a verte, pero sabía que estabas cerca. Y comencé a desearte..., en silencio... Comencé a imaginar cómo te presentarías ante mí ese día..., cómo te vestirías..., qué me dirías..., todo.

Y por fin nos encontramos entre todos los demás.

Seguramente te extrañó mi cara..., seguramente te decepcionó. Pero es que no era capaz de reconocerte. No era capaz de asimilar tu nombre a lo que estaba viendo. No me decías nada de lo que yo pretendía escuchar..., habías cambiado. Tanto que..., me dolía.

Y todas aquellas personas a mi alrededor..., a tu alrededor. Yo sabía que te miraban..., pero por primera vez no sentí celos. Por primera vez no sentí celos en aquel lugar carente de intimidad. Por primera vez me daba igual lo que los demás pensaran. Tú habías cambiado..., y te hubiera incluso regalado a todos esos ojos..., mientras deseaba cerrar los míos e imaginar que nada de eso estaba ocurriendo.

Pero..., te diré algo. Sé que en el fondo no has cambiado. Sé que fueron los demás quien te cambiaron. Sé que te dejaste llevar por ellos..., y ese día decidiste mostrarme tu gran cambio.

Si pretendías impresionarme, te has equivocado. Porque pudiendo estar a tu lado un día entero..., tal día se redujo a horas. Horas que se me hicieron eternas. Horas en las que sentí odio, lástima..., pero sobre todo, decepción.

Y no te culpo..., de veras que no te culpo. Sólamente eres culpable de no haber hecho frente a este puto mundo que pretendió y consiguió cambiarte.

Pero sé que..., por suerte para mí, cambias constantemente, y dentro de ti queda todo aquello que me enamoró..., y sé que tarde o temprano se asomará de nuevo aunque el mundo siga siendo lacra. Porque tú..., tú..., tú estás por encima de todo ello.

Pero, dime algo..., dime qué razones tienes para haberte acercado tanto a ese putiferio que me has mostrado. Dime qué te ha llevado a dejar que te rozara tanta mierda.

Yo pensé que estabas conmigo. Pensé que, como yo, luchabas contra el mundo. Pensé..., y confiaba en ti. Tanto que creí que a tu lado podría cambiar algo. Pero fuíste tú quien cambió..., o a quien cambiaron.

No vuelvas a hacerme esto, por favor. No vuelvas a dejar que te jodan como ví que te han jodido. No les dejes..., no vuelvas a dejar a esa panda de hipócritas que te toquen..., porque te han herido..., y a mí contigo.

A mi amado Arte..., tras haberme encontrado el domingo contigo, cubierto de porquería en Madrid, en la feria de Arco.

Mittwoch, Februar 07, 2007

Basic Strip Poker Rules


Dímelo
aunque no quiera escucharlo, pero..., dímelo.


Tantas veces, tantos días, tantas noches..., mirándome. Mirándome y sin decirme nada. Mirándome y diciéndome todo..., todo y nada. Todo eso que no me interesa, diciéndome. Nada sobre aquéllo que quiero saber, callándote.


Dímelo aunque no quiera escucharlo, pero..., dímelo.


Tantas horas esperando, tantos años. Tanto polvo, tanta mierda..., tantos besos. Tanto y nada. Nada y todo.


Las palabras no son sólo palabras. Las palabras valen más que eso. Dímelo.
¿Qué derecho tengo yo a pedirte que me digas nada?
Pues lo pido. Lo estoy haciendo. Lo estoy pidiendo.
Las palabras no son sólo palabras. Las palabras llevan consigo más palabras, y éstas llevan aún muchas más. Y siguen las palabras. Y yo las guardo, las reviso, las pienso, las analizo..., las recuerdo.
Y las uso..., y las digo.
Puedes mirarme, tocarme, agarrarme, besarme. Puedes entrar dentro de mí..., pero no puedes hablarme.
Jugando a los dados en un rincón. Cara o cruz. Todo..., o nada. Tiras tú..., o tiro yo.
Cuestión de suerte puede que sea. Cuestión de suerte sin más. Aunque puede que consista en saber. Quizá consiste en usar palabras. Yo las uso..., ¿sabes tú?

Empezando a jugar, siguiendo las normas del juego. Basic Strip Poker... Entremos en calor.



Paredes de color naranja. Sofá verde, incómodo. Paulaner sobre la mesa. Arriba los vecinos duermen. Bajo nosotros..., sinceramente..., lo que exista me importa poco.


No puedes tocarme, ni agarrarme, tampoco puedes besarme. Sólo puedes jugar..., y mirarme.


Pareja, siempre pareja. Pareja que supera al rey desgraciado que en escasas ocasiones lleva su as en la manga. Pareja que supera a reyes. Siempre parejas.


Ya no me queda nada. Tú tienes dónde mirar... Pero recuerda..., no puedes tocarme, ni agarrarme, tampoco puedes besarme.


Palabras que valen más que palabras. La reina que sola no sirve de nada.


La reina..., que avanzó por la escalera y cambió su color. Ya no está sola. Ganó.







Sonntag, Februar 04, 2007

Le Café de Flore

Decidida

me dispongo a salir y me encuentro paseando en Saint-Germain-des-Prés. Era pronto..., la calle estaba casi vacía. Casi.., porque para mí estaba llena de gente. Le Café de Flore, necesito un buen café, caliente, para comenzar el día.

No entiendo bien qué hace..., qué mira.

Como si nada sintiera, como si nada pensara, decidí sentarme fuera. Algo encantador se estaba apoderando de mí. Algo que no era capaz de comprender..., me embriagaba.

No esperé demasiado. Rápido alguien se acercó. Apenas pude sacar del bolso el libro. Pensaba tener una buena conversación, una conversación con Goethe.

No entiendo bien qué hace..., qué mira. Pero tras observar mi libro, comencé a ser yo su punto de mira.

El aire dulce se mezclaba con las sutiles ráfagas de oro que desprendía de algún lugar el Louvre. La atmósfera era terriblemente excitante..., y me hacía sentir..., que no existía. Y lejos de la excitación podía relajarme. Eran esos cambios, esas sensaciones opuestas las que me hacían sentir..., que estaba viva.

Qué hace..., qué mira. Y sin dejar de mirarme me hablaba, aunque yo no le entendía. Pero no quise interrumpir y decidí mantenerme en silencio..., mirando..., sólo observando.

Me sentía demasiado bien. Sólo faltaba algo. Gauloises..., encendí uno y empecé a dejarme llevar por ese ahora aire dulce mezclado con el humo de mi cigarro. Podía..., volar.

Qué hace... Se quedó en silencio y de pronto empezó a hablarme de nuevo, pero esta vez lo hizo de modo que yo pudiera entenderle. Wir sprechen auf deutsch.

Las nubes se movían rápido. La gente no dejaba de pasar. Y yo..., yo me mantenía quieta. Mi pequeño espacio estaba inmóvil. Mi pequeño mundo estaba esperando que yo me moviera para comenzar a andar conmigo.

Los colores comenzaron a cambiar y las pequeñas imágenes en blanco y negro empezaron a desvelar..., vida. Y los sonidos..., dejaron de ser ruidos eternos dando paso a esa parte que tanto me gusta de aquella canción de Pixies; y se repetía..., una y otra vez.

Entonces prometí que no volvería a cerrar los ojos. Prometí que no volvería a aparcar mis sentidos. Entendí..., que tenía a veces que anular mi mente.

Fue así como lo toqué. Así fue como lo palpé, lo sentí, lo acaricié. Y observando cada gesto sin apenas ver nada..., comenzamos compartiendo un terrón de azúcar y continuamos con una galaxia entera.

Dienstag, Januar 30, 2007

Friedrich

No

consigo acordarme de mí. No consigo recordar cómo olvidarme. Antes de buscar debo encontrarme..., y antes de encontrar debo buscarme.

Toda la vida buscando respuestas sin encontrar la adecuada. Toda la vida buscando encontrar. Toda la vida buscando.

Me dijeron que no cuando pretendía que me dijeran sí. Me dijeron que podía cuando no quería. Me contaron..., que simplemente era querer. Y yo me pregunté qué pasaba si no quería.

Se trata de querer para seguir. No estoy segura de saber qué seguir sin saber qué se quiere. Y si no se quisiera..., de nuevo sigues la vida buscando.

- Siete horas de teléfono, dime cómo estás.

- Ni siquiera sé si estoy.

- Dime dónde.

- No se trata de dónde, se trata de querer saber cómo estoy.

- Se trata de saber cómo y dónde estás.

- No estoy bien, no estoy mal, y no sé dónde me encuentro.

Siete cuervos me rodean. Pensando. Siete cuervos volando. En mi cabeza, siete cuervos, ni uno más.

Te busco mientras te leo. Te desnudo y te deseo..., te beso. Frente a ti y sin palabras. Creí que tenía mucho que decir. Nada me queda.

Acaricio tu cuello pensando sólo en morderlo. Así es..., de nuevo pienso mientras empujo mi cuerpo contra el tuyo y espero.

Sentada sobre ti..., sin palabras. Recitando en mi mente todo aquello que busco decir con palabras cuando mis labios se mantienen en silencio. Escribiéndote una carta usando como pluma mi pecho. Firmaré... cuando te apriete entre mis piernas.

Cuanto más conozco menos sé. Y sabiendo que no sé nada, sigo recorriéndote volviendo a morderte de nuevo.

Apriétame más y déjame sentir que no respiro porque eres tú y sólo tú quien me lo impide.

...

Despacio solté el primer botón y sólo pude decir que Dios murió y fue el hombre quien lo mató.

Montag, Januar 22, 2007

¿Me odias?

No

creas que te escucho. Me mantengo en silencio cuando hablas porque no me creo nada de lo que dices.

No creas que no soy sutil. Mucho callo por precisamente serlo.

No creas que no soy directa... Quizá no me importe una mierda lo que piensas cuando no lo soy.

No pienses que soy egoísta, créetelo.

¿Y ahora qué?

¿Me odias?

Y es que quien diga que no odia algo o que no odia a alguien, miente.

Es sencillo decir que algo no te gusta, pero parece cruel cuando dices que lo odias, a no ser que hables al pedo y entonces la palabra odio brote pero sin significado alguno.

¿Me odias?

Adelante, tienes mi permiso, mi venia. Puedes odiarme cuanto quieras. Cuando termines de hacerlo, dímelo, y haré una reverencia frente a ti. Si resultara que tu odio hacia mí no termina, entonces no me digas nada y sigue odiándome como más te plazca, guardaré para mí mis reverencias hasta que tú quieras.

¿Me odias?

Puedes gritarme, despreciarme. Puedes reírte de mí. Venga, desahógate, rápido.

¿Quieres joderme? Adelante. No pienso moverme de aquí. Venga...


Quizá prefieras atarme de pies y manos y echarme el polvo de tu vida. Yo te miraré... Pero no hagas demasiado ruido, me molesta cuando haces ruido.

Claro que es posible equivocarse, amar, perdonar, confiar…, y cómo no, también odiar. Se trata de otro sentimiento más, un sentimiento de aversión, sí, pero no deja de ser sentimiento.


No creas que no soy sutil. No creas que no soy directa.

Ahora que me odias, dime:

¿Y tú quieres guiarte por tus sentimientos?


Bien…, entonces comienza a hacerlo, pero comienza ya, que tengo prisa.


Image Hosted by ImageShack.us

Montag, Januar 15, 2007

La cajita roja

Había

una vez un lugar encantado a las afueras de un viejo polígono industrial entre las avenidas Manzana y Chocolate.

Allí no existía televisión, ni radio, tampoco había cine. Sí había juguetes, muchos juguetes. Las calles estaban llenas de jugueterías y, al menos un juguetero vivía en una casa de cada tres de las que en aquel lugar había.

Pequeños trenes muy elaborados que anunciaban su salida desde la pequeña estación de madera. Bailarinas que giraban sobre sí mismas. Caballeros provistos de su armadura que montaban a lomos de pequeños caballos de cartón, y tantos otros juguetes que llenaban las horas de entretenimiento de niños y más mayores.

Vivían allí y parecían felices. Parecían no necesitar nada más que aquéllo que ya tenían. Lo que había en ese lugar era únicamente lo que todas esas personas necesitaban para ser felices, lo justo para hacerles sonreir.

Pero no todos eran felices.

Había un castillo. Un castillo en lo alto de una montaña. Un castillo hecho de piedra y rodeado de flores. Un castillo donde vivía una reina, una reina que estaba sola, una reina que se sentía sola.

Hacía tiempo que la reina no era capaz de sonreir. Nadie sabía cómo conseguirlo. Se habían organizado fiestas, habían acudido al castillo los mejores jugueteros con sus mejores juguetes. Pero nadie podía hacer que la reina sonriera.

Alguien se encargó de colgar un anuncio en el periódico del lugar, "Frases y tulipanes", apareciendo así, en primera página, algo como esto:

"Se busca la sonrisa de la Reina"

Todo comenzó a moverse. Cada cuál se puso manos a la obra con su proyecto. Cada uno un proyecto, y todos con el mismo fin. Y comenzaron a pasar los días, las semanas...

Apareció en el castillo una tarde un muchacho. No era de allí... Se trataba de alguien totalmente desconocido. Alguien que leyó aquel anuncio y sencillamente, acudió.

Le recibieron en una sala llena de paquetes, paquetes grandes y pequeños que aún permanecían envueltos. Paquetes que formaban filas enormes y altas columnas. Paquetes que no eran otra cosa que regalos que habían llegado al castillo buscando la sonrisa de la reina.

El muchacho pidió que le dejaran hablar con ella. Traía una pequeña cajita de color rojo y quería dársela él mismo. Pero ella estaba tan enferma que no le dejaron pasar y tuvo que colocar la cajita en aquella sala, al lado de una de las enormes filas de regalos. Una vez lo hizo, se marchó.

Y siguieron pasando los días, y las semanas...

Una mañana que la reina se levantó sintiéndose algo mejor, decidió bajar a la sala esperanzada en encontrar ese "algo" que le devolviera la sonrisa.

Al entrar, se sintió abrumada entre todos aquellos paquetes, entre todos aquellos regalos, y comenzó a abrir algunos de ellos. Pudo ver una preciosa muñeca de porcelana que vestía de naranja y de cuya espalda asomaba una cuerda. Tiró de ella y la muñeca comenzó a hablar, comenzó a reir.

Pudo ver también un gran baúl que tras abrirlo se convertía en un teatro en miniatura donde las marionetas cobraban vida y deleitaban al espectador con historias llenas de humor y fantasía.

La reina seguía abriendo regalos encontrándose con juguetes grandes y pequeños, todos ellos maravillosos, todos ellos muy trabajados. Pero ninguno lograba la sonrisa de la reina, que, cansada y aún más triste, decidió volver a encerrarse en su habitación.

Ya no quería seguir abriendo regalos y pidió que lo hicieran por ella. De vez en cuando bajaba y veía todo colocado, ordenado..., perfectamente situado para que en un primer vistazo pudiera ver de qué se trataba. Pero..., nada llamaba su atención.

Había transcurrido casi un año, nada había cambiado. Dejaron de llegar regalos y los que habían llegado permanecían guardados sin que nadie los hiciera caso alguno.

Una mañana, alguien golpeó la puerta donde la reina descansaba. Se acercó a ella portando una pequeña cajita de color rojo. Una cajita que por su tamaño nadie había visto hasta ahora, y la acercó a sus manos. Ella la abrió. Lo único que encontró fueron restos de algo que había estado guardado ahí. Restos de algo que le provocó náuseas, le horrorizó.

Muy enfadada mandó a buscar a aquel muchacho que cierto día le llevó aquéllo. Colgaron anuncios de nuevo, fueron casa por casa, preguntaron a todo el que pudieron preguntar. Pero nada encontraron.

Ya, al cabo de varias semanas, alguien se presentó en el castillo y solicitó ver a la reina alegando tener información sobre aquéllo que buscaban. Era un hombre mayor.

Aproximadamente treinta minutos permaneció aquel hombre en la habitación de la reina, después se marchó.

Ese mismo día, quizá una hora después, sonaron las campanas en el lugar encantado. Sonaban anunciando que la reina murió.

La reina había muerto tras enterarse de que aquéllo que encontró, aquellos restos que le horrorizaron, era lo que quedaba de un corazón. Un corazón era lo que aquel muchacho le había regalado buscando su sonrisa. Su corazón. Y ella, lo había visto demasiado tarde, tan tarde que cuando intentó encontrarle, él murió.

Freitag, Januar 12, 2007

Mis ojos eres tú

Image Hosted by ImageShack.us

Oyendo

los pasos de la gente al pasar, respondo. Cuando me miran, respondo. Cuando creen que no les veo, respondo.

Creen que saben todo, pero no saben nada. Y yo..., lejos de saber que yo tampoco sé, respondo.

Las horas del día sin luz. La noche eterna. Los días sin final..., los silencios, las voces que no significan nada, los ruidos, es siempre tarde.

Todo

está tan vacío que ya no cabe nada. No cabe porque ya está lleno de nada. Y esa nada, siendo todo, me deja vacía y llena..., de algo..., de nada.

Cada vez más grande es lo más pequeño. Cada vez vale más. Cada vez me hace sentir más pequeña. Pequeño es lo que grande es. Grande se va haciendo pequeño.

Todo

cambia. Y es tan igual que parece que no hubiera cambiado nada. Y porque es tan igual ha cambiado, pero no lo suficiente, no lo necesario para poder decir que todo cambiará.

Y poco a poco voy cayendo, y poco a poco voy sintiendo..., vuelvo a recordar poco a poco. Mientras todo va cambiando, sabiendo que no llegará a hacerlo, mientras todo va cambiando, poco a poco voy cayendo, poco a poco voy sintiendo..., poco a poco voy muriendo.

Oyendo

los pasos de la gente al pasar, respondo. Cuando me miran, respondo. Cuando creen que no les veo, respondo.

Y sin decirles nada, les digo..., que todo es nada..., y que nada se ha convertido en mi todo.

Montag, Januar 08, 2007

Dos

Quizá

debiera retomar, seguir con lo que estaba escribiendo. "Algo" se está convirtiendo en una historia que va más allá de un solo post. Y seguiré haciéndolo, seguiré escribiendo..., pero no hoy. Hoy no puedo centrarme en Úrsula ni en Federico, hoy no puedo jugar a adivinar letra alguna...

Hoy necesito dedicar estas líneas a alguien, a algo..., a mí misma, puede que sean simplemente para mí.

Hoy no me siento bien. No me siento bien desde hace días... Y llevando tiempo pensando en esto, en lo otro..., hoy sólo pienso en algo, en alguien. En alguien o en algo que tengo sin poder tener. En algo o alguien que siento y que puedo tener.

En alguien... que puede querer tenerme y quisiera poder tener.

En algo que tengo..., y sé que puedo perder. En algo que sé que debo perder.

Y lo siento...

No sé dónde estás, pero sé que estás ahí, conmigo. Y lo siento... Pienso en ti y te siento..., aunque evite muchas veces pensarte para poder también evitar sentirte.

Las nubes aparecen y desaparecen. No te escucho respirar, pero te siento... Y lo siento.

Quisiera poder ofrecerte un mundo de colores. Quisiera poder enseñarte que la vida no es tan mala como realmente sé que es. Poderte hacer soñar, quisiera..., y poder crear magia en tus sueños.

Quisiera poder darte lo que soy y ayudarte a que llegues a ser cuanto quieras.

Quisiera no ser yo, no para poder ser alguien. Quisiera no ser alguien..., quisiera dejar que fueras..., pero sin ser yo.

Quisiera cambiarlo todo. Quisiera tener en mis manos cuanto necesito para hacerlo. Quisiera, aunque fuera..., poder y saber pensarlo. Quisiera cambiarlo todo...

Quisiera que no me odiaras..., quisiera no tener que recordarte. Porque sin aún hacerlo..., me hago a la idea de ello..., y me muero.

No sé dónde estás, pero sé que estás ahí, conmigo. Y lo siento... Pienso en ti y te siento..., aunque evite muchas veces pensarte para poder también evitar sentirte.

No sé cuándo llegaste..., no sé cuánto tiempo llevas mirándome..., has tenido que llamarme para que me diera cuenta de que estabas ahí..., y ahora..., ahora no puedo abrir la puerta.

Por primera vez no me siento sola.

Paredes azules a mi alrededor. Caras sonrientes..., una lámpara que gira y va dejando dibujos a su paso...

No sé cuando llegaste..., y debiendo ser más, cada día que pasa es uno menos sin disfrutarte...

Quisiera que no me odiaras..., quisiera no tener que recordarte. Porque sin aún hacerlo..., me hago a la idea de ello..., y me muero.

Parte de mí has sido. Parte de mí eres. Parte de mí te llevas.

Necesito que no te vayas, pero sé que te debes marchar. Sólo prométeme algo..., prométeme que volverás.



Sonntag, Januar 07, 2007

Algo... Vol.V

Nos
fuimos separando. Buscábamos un pequeño rincón independiente al resto. Y de ese modo, nos perdimos de vista los unos a los otros.

Yo me dispuse a subir las escaleras esperando encontrar en el piso superior un poco de comodidad. Necesitaba cerrar los ojos y descansar, aunque sólo fuera durante unos minutos. Y de ese modo abrí la puerta de lo que parecía una habitación donde en un tiempo hubo muebles. Y digo en un tiempo porque el suelo estaba lleno de marcas que daban a entender que alguien los había arrastrado una y otra vez por ese suelo. Al menos había un estrecho colchón tendido en él y una caja destartalada de ésas que suelen colocar en las fruterías.

Por fin me senté, descalza, y estuve un rato frotando mis pies helados y empapados. Cuando me sentí un poco mejor me concentré en la pequeña tarjeta que Karl me había entregado. Al mirarla me encontré con un número, el número cuatro. ¿Qué significaba eso? ¿Sería yo la cuarta? ¿La cuarta de qué?

Al lado del número había un dibujo. Era una silueta de ésas con un muñeco ahorcado. Es decir, el famoso juego al que tantas veces en el colegio me dediqué durante las horas de clase con el compañero de mi lado, o quizá con el que delante de mí se sentaba.

El dibujo no estaba completo. Restaba una jugada más para que estuviera “kaputt”. Y bajo él, una palabra incompleta también. Una palabra de cinco letras pero que sólo tres tenía. Un movimiento más, una jugada, y ese muñeco estaría salvado o…, completamente muerto.

Empecé a encontrarme realmente mal. Tenía unas ganas tremendas de vomitar. Por mi cabeza paseaban mil ideas, mil imágenes. ¿Debía adivinar yo esa palabra? ¿Tendrían los demás en sus tarjetas el mismo dibujo, las mismas letras? ¿Qué ocurriría si fallara? ¿Qué coño era ese número cuatro?

Empecé a jugar…, y el tiempo comenzó a hacerse eterno.





Continuará…