Montag, Januar 15, 2007

La cajita roja

Había

una vez un lugar encantado a las afueras de un viejo polígono industrial entre las avenidas Manzana y Chocolate.

Allí no existía televisión, ni radio, tampoco había cine. Sí había juguetes, muchos juguetes. Las calles estaban llenas de jugueterías y, al menos un juguetero vivía en una casa de cada tres de las que en aquel lugar había.

Pequeños trenes muy elaborados que anunciaban su salida desde la pequeña estación de madera. Bailarinas que giraban sobre sí mismas. Caballeros provistos de su armadura que montaban a lomos de pequeños caballos de cartón, y tantos otros juguetes que llenaban las horas de entretenimiento de niños y más mayores.

Vivían allí y parecían felices. Parecían no necesitar nada más que aquéllo que ya tenían. Lo que había en ese lugar era únicamente lo que todas esas personas necesitaban para ser felices, lo justo para hacerles sonreir.

Pero no todos eran felices.

Había un castillo. Un castillo en lo alto de una montaña. Un castillo hecho de piedra y rodeado de flores. Un castillo donde vivía una reina, una reina que estaba sola, una reina que se sentía sola.

Hacía tiempo que la reina no era capaz de sonreir. Nadie sabía cómo conseguirlo. Se habían organizado fiestas, habían acudido al castillo los mejores jugueteros con sus mejores juguetes. Pero nadie podía hacer que la reina sonriera.

Alguien se encargó de colgar un anuncio en el periódico del lugar, "Frases y tulipanes", apareciendo así, en primera página, algo como esto:

"Se busca la sonrisa de la Reina"

Todo comenzó a moverse. Cada cuál se puso manos a la obra con su proyecto. Cada uno un proyecto, y todos con el mismo fin. Y comenzaron a pasar los días, las semanas...

Apareció en el castillo una tarde un muchacho. No era de allí... Se trataba de alguien totalmente desconocido. Alguien que leyó aquel anuncio y sencillamente, acudió.

Le recibieron en una sala llena de paquetes, paquetes grandes y pequeños que aún permanecían envueltos. Paquetes que formaban filas enormes y altas columnas. Paquetes que no eran otra cosa que regalos que habían llegado al castillo buscando la sonrisa de la reina.

El muchacho pidió que le dejaran hablar con ella. Traía una pequeña cajita de color rojo y quería dársela él mismo. Pero ella estaba tan enferma que no le dejaron pasar y tuvo que colocar la cajita en aquella sala, al lado de una de las enormes filas de regalos. Una vez lo hizo, se marchó.

Y siguieron pasando los días, y las semanas...

Una mañana que la reina se levantó sintiéndose algo mejor, decidió bajar a la sala esperanzada en encontrar ese "algo" que le devolviera la sonrisa.

Al entrar, se sintió abrumada entre todos aquellos paquetes, entre todos aquellos regalos, y comenzó a abrir algunos de ellos. Pudo ver una preciosa muñeca de porcelana que vestía de naranja y de cuya espalda asomaba una cuerda. Tiró de ella y la muñeca comenzó a hablar, comenzó a reir.

Pudo ver también un gran baúl que tras abrirlo se convertía en un teatro en miniatura donde las marionetas cobraban vida y deleitaban al espectador con historias llenas de humor y fantasía.

La reina seguía abriendo regalos encontrándose con juguetes grandes y pequeños, todos ellos maravillosos, todos ellos muy trabajados. Pero ninguno lograba la sonrisa de la reina, que, cansada y aún más triste, decidió volver a encerrarse en su habitación.

Ya no quería seguir abriendo regalos y pidió que lo hicieran por ella. De vez en cuando bajaba y veía todo colocado, ordenado..., perfectamente situado para que en un primer vistazo pudiera ver de qué se trataba. Pero..., nada llamaba su atención.

Había transcurrido casi un año, nada había cambiado. Dejaron de llegar regalos y los que habían llegado permanecían guardados sin que nadie los hiciera caso alguno.

Una mañana, alguien golpeó la puerta donde la reina descansaba. Se acercó a ella portando una pequeña cajita de color rojo. Una cajita que por su tamaño nadie había visto hasta ahora, y la acercó a sus manos. Ella la abrió. Lo único que encontró fueron restos de algo que había estado guardado ahí. Restos de algo que le provocó náuseas, le horrorizó.

Muy enfadada mandó a buscar a aquel muchacho que cierto día le llevó aquéllo. Colgaron anuncios de nuevo, fueron casa por casa, preguntaron a todo el que pudieron preguntar. Pero nada encontraron.

Ya, al cabo de varias semanas, alguien se presentó en el castillo y solicitó ver a la reina alegando tener información sobre aquéllo que buscaban. Era un hombre mayor.

Aproximadamente treinta minutos permaneció aquel hombre en la habitación de la reina, después se marchó.

Ese mismo día, quizá una hora después, sonaron las campanas en el lugar encantado. Sonaban anunciando que la reina murió.

La reina había muerto tras enterarse de que aquéllo que encontró, aquellos restos que le horrorizaron, era lo que quedaba de un corazón. Un corazón era lo que aquel muchacho le había regalado buscando su sonrisa. Su corazón. Y ella, lo había visto demasiado tarde, tan tarde que cuando intentó encontrarle, él murió.

9 Kommentare:

ReinaDeSalem hat gesagt…

Comentar que no estoy en mi mejor momento para seguir con "Algo", y por tanto, lo continuaré cuando realmente pueda centrarme con la historia.

Así que, de momento, ya que me apetece seguir escribiendo..., sin más, aquí dejo esto...

Aina hat gesagt…

Mi reina, que historia tan triste, pero preciosa, me encantó leerla.

Comentar que escribas lo que escribas te agradezco que siguas dejando estas joyas en el blog, no pierdas las ganas de escribirnos... así podemos saber un poquito de ti.

Te quiero mucho

Anonym hat gesagt…

Digo lo mismo que Aina (un achuchón para ella). Un cuento muy bonito, muy triste pero muy bonito. Yo he sacado una lección para mi mismo con el final de la historia.
Puedes tomarte el tiempo que quieras para continuar con la historia de Algo, pero no dejes de escribir porque me sigue gustando todo.
Millones de besos.

ReinaDeSalem hat gesagt…

***Aïna***

Me alegro de que te gustara..., aunque fuera triste.

¿Sabes? Pensé en poner una foto en el Post..., una foto de cuento, y me acordé de ti porque seguramente tú le hubieras puesto la perfecta, a que sí? ;-)

Mil besos, pequeña. Yo también te quiero.

***Tono***

Si sacaste cualquier lección o moraleja de lo que escribí, me alegro. Y espero que sea positivo, porque de no ser así y teniendo en cuenta que últimamente lo que escribo no es demasiado alegre..., si al menos percibes de ello algo bueno, me doy por satisfecha :-)

Mil besos, y gracias por ese tiempo.

Anonym hat gesagt…

Abre los ojos bien abiertos, porque la reina no abrió los ojos, pues de los contrario habría visto la cajita roja. Yo también saco algo de esto wenig; que los corazones importan más que las pretensiones, incluso, a veces, las propias. Por todo el aprecio que tengo por ti, abre los ojos mi niña, abre los ojos. ¿Te vale un armario de abrazos para darte ánimos? Ya va Seur en camino para hacértelos llegar ;-) [ Ana ]

Pi hat gesagt…

Hola guapísima,
me ha encantado tu post, y a la vez me ha parecido tan triste... a veces me siento princesa... pero la mayor parte de las veces, el joven que entrega tu corazón en una cajita, a alguien que o no lo aprecia o no se da cuenta o lo ve tarde, cuando ya está roto...

RCB hat gesagt…

Oh! me he dado cuenta que tendré que guardarnme la curiosidad, pero a pesar de que soy impaciente seguiré esperando los siguientes capítulos .... espero que estes mejor. Saludos

ReinaDeSalem hat gesagt…

***Anónimo***

Para que un corazón se sienta contento..., hay una mente que debe tenerlas consigo y así dejarle paso.

Para que una mente piense con claridad, en cambio..., no es necesario el corazón.

Tan insulso y ridículo es dejarse llevar únicamente por el corazón, como lo es dejarse llevar sólo por la razón.

Mil besos.

***Pi***

Me alegra verte por aquí de nuevo. Y..., sí..., así fue, es y siempre será. Por suerte, el hombre es un animal de costumbres..., hasta de las malas.

Pero aquí estamos, intentando mejorar cada día.

Te quiero "puñaos", rubia. Mil besos.

***Noticias del Viejo Mundo***

Sí, tendrás que esperar un poquito. No me centro demasiado y ya fueron varios los escritos sobre "Algo"..., los suficientes como para no querer estropearlo todo por unos días sin ánimo.

Y..., sí, hoy me siento mejor, gracias ;-)

Mil besos

Aina hat gesagt…

Me alegra muchisimo leer que te sientes mejor mi reina...
1000 besos